¿Pueden los juegos del género Soulslike ayudar a jóvenes con depresión?

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La dualidad terapéutica de los juegos del género Soulslike en jóvenes con depresión

En los últimos años, los videojuegos han avanzado de ser meros medios de diversión a convertirse en posibles promotores del bienestar emocional. Entre estos, el género Soulslike ha adquirido una notoriedad especial, no solo debido a su énfasis en la dificultad y el detallado diseño, sino también por su impacto potencialmente beneficioso en los jóvenes jugadores que enfrentan problemas como la depresión.

Características del género Soulslike

Los videojuegos del género Soulslike, llamados así debido al influyente juego Dark Souls, son conocidos por su alta dificultad, entornos sugestivos y narrativas implícitas. Títulos como *Dark Souls*, *Bloodborne* y *Elden Ring* están diseñados para retar al jugador no solo en destreza, sino también en paciencia y tenacidad. Estos juegos evitan contar historias de manera directa, favoreciendo narraciones a través de elementos del entorno, descripciones de objetos y un diálogo limitado. Este enfoque no solo pone a prueba la capacidad del jugador para superar desafíos, sino que también promueve interpretaciones personales y reflexiones más profundas.

Enfrentar retos complicados: un camino hacia la fortaleza

Confrontar la complejidad inherente en estos juegos representa una vivencia que, al ser conquistada, puede generar una profunda sensación de logro. De acuerdo con la teoría de la autoeficacia de Albert Bandura, superar desafíos con éxito aumenta la creencia de una persona en su habilidad para manejar futuras complicaciones. Para los jóvenes que atraviesan depresión, vencer a un jefe desafiante o un nivel particularmente difícil puede convertirse en un incremento palpable de confianza, esa chispa esencial para enfrentar los retos de la vida real con renovada esperanza.

El vínculo emocional con los universos nostálgicos

Los escenarios sombríos y melancólicos de los juegos Soulslike, marcados por una belleza devastadora, pueden resonar profundamente con jugadores que experimentan depresión. Estos mundos reflejan sentimientos de aislamiento y lucha interna, ofreciendo al jugador un espacio para procesar sus emociones de manera más directa o indirecta. La narrativa implícita deja lugar a la interpretación individual, lo cual puede brindar consuelo al permitir que los jugadores vean su propio viaje emocional reflejado en el mundo que exploran.

Cohesión y respaldo entre gamers

A pesar de su naturaleza desafiante, los juegos Soulslike han cultivado comunidades de jugadores muy colaborativas. Foros en línea, redes sociales y plataformas de streaming se llenan de consejos útiles, guías y videos que ilustran tácticas para superar los desafíos del juego. Este sentido de camaradería y pertenencia a una comunidad puede ser especialmente valioso para jóvenes que lidian con la soledad y el aislamiento, proporcionándoles un sistema de soporte basado en el interés común por estos juegos.

Precauciones y balance

Si bien los juegos Soulslike pueden ofrecer muchos beneficios, es crucial que su uso sea parte de un equilibrio saludable en la vida de cualquier jugador. Es esencial que estos juegos se integren como un componente de una estrategia más amplia para tratar la depresión, que también debería incluir actividades físicas, el apoyo social y el asesoramiento profesional cuando sea necesario. Los videojuegos pueden ser una herramienta poderosa, pero no deben ser el sustituto de otras formas de atención a la salud mental.

Para los jóvenes que atraviesan la depresión, los juegos del estilo Soulslike pueden proporcionar un espacio donde enfrentar y superar obstáculos se transforma en una metáfora del desarrollo personal. Combinando dificultad, tramas cautivadoras y una comunidad de apoyo, estos juegos pueden desempeñar un papel importante en el fortalecimiento de la resiliencia y la confianza en uno mismo. En este proceso, a medida que los jugadores combaten y logran éxitos en entornos virtuales, también refuerzan sus recursos internos para afrontar la vida real.

Por: Pedro Alfonso Quintero J.

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